lunes, 27 de agosto de 2012

‘MICROBOTAS’: ¿HASTA CUÁNDO OBVIARÁN LAS AUTORIDADES EL INCREMENTO DE LA DELINCUENCIA JUVENIL?


   /   24 agosto, 2012  /   Sin Comentarios
Mientras las sentencias del Juzgado de Menores se hacen esperar, los arrestos y denuncias se suceden. Sin embargo, el Gobierno foral y la oposición siguen ignorando el problema públicamente y aún no han diseñado estrategias eficaces que ayuden a frenar el auge de la delincuencia entre los adolescentes. Tal vez porque nadie quiere hacer un análisis autocrítico sobre su responsabilidad en la crisis económica y de valores en la que nos vemos inmersos y que, en última instancia, afecta a los más vulnerables. Entre tanto, el mutismo institucional otorga a grupos como los ‘Microbotas’ una mayor sensación de impunidad. Algo similar sucedió en su día con las bandas latinas, cuya existencia se negó durante años y que todavía cuentan con muchos menores en sus filas.
Pintada de los 'Microbotas' en la Ciudadela junto a un emblema de los SHARP. EL INFORMADOR

Hace más de dos años que la Policía Municipal de Pamplona comenzó a investigar las actividades de los ‘Microbotas’, considerados los ‘cachorros’ de los ‘Minibotas’. Pero mientras sus presuntas víctimas esperan las primeras sentencias del Juzgado de Menores, se suceden losarrestos, las identificaciones y las denuncias interpuestas contra ellos por supuestasagresiones, amenazas de muerte y violación, robos con intimidación y actos vandálicos como los registrados en la pasada huelga general o la quema y el cruce de contenedores que se produjo el 5 de mayo de camino al estadio Reyno de Navarra.
No obstante, decenas de jóvenes no se atreven a actuar legalmente contra ellos por “miedo a represalias”, pero el Gobierno foral y el resto de partidos políticos siguen mirando hacia otro lado y no parecen dispuestos a abordar el incremento de la delincuencia juvenil en Navarra con estrategias eficaces que ayuden a solucionar un conflicto que crece con el paso del tiempo. Tal vez porque la crisis actual, además de económica, es una crisis de valores. Y quienes nos dirigen saben perfectamente que son directos responsables de la gran mentira en la que hemos vivido.
De hecho, la ex consejera de Política Social, Elena Torres, subrayó el pasado 9 de mayo que el número de menores que en 2011 se encontraba en situación “de grave inadaptación” y “conflicto social” ascendía a 371, de los que 198 eran casos nuevos. Y el 27 de junio, el fiscal superior de Navarra, Francisco Javier Muñoz Cuesta, resaltó que en 2011 hubo 1.457 adolescentes implicados en algún tipo de delito, lo que supone un aumento del 17,8 respecto a 2010 y del 24,9 por ciento respecto a 2009. Cifras que, sin embargo, jamás se contextualizan, lo que impide poner nombre y apellidos al problema.
Por el momento, el Ejecutivo navarro tan sólo ha reubicado a algunos ’microbotas’ en “centros escolares especiales”. Una medida que, en el fondo, es pan para hoy y hambre para mañana y que, hasta la fecha, no ha arrojado resultados positivos. Reconocer el riesgo que suponen grupos como los ‘Microbotas’ supondría admitir que algo está fallando en nuestro sistema. Y sobre todo, implicaría realizar un análisis autocrítico que nadie parece dispuesto a asumir.
Nada nuevo en la Comunidad foral cuando detrás subyace el término “banda”, aunque en este caso sea de carácter “juvenil” y “no claramente organizada”. Al igual que sucedió con los ‘Latin Kings’ o los ‘Blood-9.0.1.’, que cuentan con muchos menores en sus filas y cuya existencia se negó durante casi siete años hasta que 16 de sus integrantes fueron acusados de pertenencia a organización criminal, casi nadie escucha. Y quien lo hace, normalmente tiene un margen de maniobra muy pequeño. Cabe reseñar que junto a estos 16 jóvenes, otros 12 que aún no han cumplido los 18 años siguen un proceso judicial paralelo.
Cuando en El Informador decidimos hablar sobre los ‘Microbotas’ hace más de cinco meses,no lo hicimos con intenciones políticas ni con el objetivo de machacar a estos menores. Nuestro objetivo tan sólo era dar voz a sus víctimas, que no se atreven a hablar abiertamente, y erradicar esta irracional escalada de violencia antes de que sea demasiado tarde para ponerle freno.
De ahí que siempre hayamos obviado todos aquellos detalles que pueden dar una imagen distorsionada de sus supuestas actividades. Nunca hemos facilitado los nombres de los institutos donde estudian, ni hemos mencionado ciertos entornos que frecuentan, sino que hemos tratado de dialogar en vano con las partes implicadas para que no paguen justos por pecadores. Eso sí, hasta ahora casi todos nos han cerrado todas las puertas.
Además, el mutismo institucional otorga a estos chavales, sin ninguna duda, una mayorsensación de impunidad. Sobre todo cuando saben que, en caso de ser detenidos, enseguida quedarán en libertad y pasarán a disposición de su padres.
En este medio no tratamos de alarmar gratuitamente a la sociedad, pero sí suscitar la reflexión ciudadana ante aquellos temas que otros prefieren ignorar. Porque consideramos que las nuevas generaciones son el futuro de nuestra sociedad. Y hay que cuidarlas, especialmente ahora que el mundo se tambalea y los adolescentes viven inmersos en un clima de constante crispación social.
LA INFLUENCIA DE LA CRISIS E INTERNET
Distintos sociólogos y analistas señalan que el auge económico de los primeros seis años del siglo XXI ha modificado algunos hábitos y actitudes de las familias. Los estudios y la formación continua eran abandonados a menudo ante la posibilidad de encontrar con cierta facilidad un trabajo dignamente remunerado. En aquella época, que ahora parece remota, incluso se hablaba del pleno empleo técnico.
En este contexto, madres y padres, inmersos en abusivos créditos hipotecarios, se vieron obligados a trabajar, cada vez más y más horas, fuera de sus domicilios, “donde en ocasiones los hijos se quedaban solos, sujetos a un auténtico ataque o, mejor dicho, acoso de información”. Las redes sociales y las posibilidades que ofrece Internet hicieron que muchos menores tuvieran acceso “a gran cantidad de datos sobre bandas y delincuencia” que hasta ahora nos eran ajenos, especialmente a los más pequeños, el sector más vulnerable.
A menudo, los padres “fueron perdiendo autoridad” sobre sus hijos, “a los que no podían destinar todo el tiempo necesario”. Abuelos en el mejor de los casos, consolas de videojuegos, ordenadores y teléfonos móviles cubrieron su hueco. Y muchos adolescentes “aprendieron a vivir en soledad”.
Los valores familiares fueron deteriorándose de manera progresiva y, en determinados ambientes, empezó a fraguarse la excitante cultura de la violencia, agravada sin duda por lacrisis actual. “Ven que no hay salida, de ahí que algunos se rebelen de esa forma tan desproporcionada”, destacan.
Porque en la mayoría de estas bandas juveniles, es precisamente “la pertenencia a un colectivo fuerte y unido lo que más atrae a sus miembros”: “Dentro de ellos se sienten importantes, fuertes, respetados ante los débiles, con el respaldo y el apoyo que necesitan para no verse abandonados”.
LA LEY DEL MENOR
Por si todo eso no fuera bastante, el contexto legislativo y social ayuda a que se crean“intocables”. Sus fechorías rara vez conllevan sanciones severas, por lo que presuntamente siguen actuando una y otra vez mientras las fuerzas de seguridad se sienten impotentes.
Las leyes, “excesivamente proteccionistas”, no contemplan la existencia de grupos de menores que, de forma reiterada, se dedican supuestamente a dar palizas, realizar pintadas o a desatar su ira contra los bienes de los demás, ya sean públicos o privados.
En el caso de los ‘Microbotas’, los agentes de los cuerpos policiales que operan en Navarra los conocen incluso por los alias que emplean en Tuenti o Twitter. Pero mientras llegan los juicios, no tienen más remedio que poner en libertad una y otra vez a los menores tras llamar a sus padres. Saben que es un problema atípico y profundo y se encuentran preocupados por la poca efectividad que tiene su trabajo.
Entre tanto, estos adolescentes, a quienes sus familias deberían poner límites claros, precisos e inmediatos, viven exultantes, abducidos por una espiral de agresividad y autocomplacencia. Tras los partidos de Osasuna, en los que se sienten protagonistas, ha llegado la temporada estival y las fiestas, donde campan a sus anchas. Tal vez haya suerte y el resto del verano nos den un respiro, aunque si siguen como hasta ahora parece poco probable.
Ojalá no haya que lamentar una desgracia en el futuro. Porque entonces, seguro que aparecerán los dirigentes políticos de turno y los oportunistas mediáticos con sus reproches llenos de tópicos. Y además, cuestionarán la labor de las pocas personas que, en verdad, se han implicado en el problema desde el silencio.
Familia y valores, independientemente de la ideología de cada uno. Donde ambos conviven, la violencia pocas veces encuentra un rescoldo por donde colarse.

CRONOLOGÍA DE UNA INVESTIGACIÓN

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